El país del dinero de Pedro Ugarte es una novela intensa que te mantiene expectante hasta el final.
Transcurre en una ciudad que se intuye que es Bilbao, pero que podría ser cualquier otra de este país de despropósitos. La ría separa la parte rica de la parte pobre, un trecho difícil, gigantesco de cruzar a menos que se intente con tanta decisión como la que manifiesta el protagonista de la novela. Un calco de lo que es el mundo en realidad. La división natural que hace el dinero en la sociedad desde tiempos remotos.
Tres personajes cuyas vidas están entremezcladas y maniatadas por el poder del dinero. El narrador, Jorge, un chico de buena familia venida a menos que mantiene con Simón López de Chávarri una relación morganática, construida sobre la subordinación y la jerarquía y Sharon, una chica ambiciosa proveniente de la otra orilla, la de los pobres, los empleados, los que miran hacia el otro lado deseando cruzar cuanto antes.
Sharon parece, en principio, el estereotipo de la mala de la película. Dura y correosa, que mantiene un alejamiento corporal que parece fruto de una perversión, como si la utilizara como herramienta de control hacia los hombres. En su relación con Jorge es la que marca los tiempos y las decisiones mientras se va haciendo imprescindible. Sharon es de las personas que ha crecido sobreviviendo a los golpes y a las heridas de la vida.
Simón es un típico rico de linaje antiguo, poseedor de lo que se denomina apellidismo, ese examen al que están sometidos los ricos para demostrar que lo suyo, su riqueza, viene de antiguo y que los años han redimido cualquier vestigio de la historia de cómo fue conquistada. Simón es arrogante, listo y presuntuoso con la naturalidad que lo es un rico. Alguien que se puede permitir cualquier cosa. Por esta razón, Jorge lo aprecia y desprecia casi a partes iguales.
Jorge narra y filosofa. En algunos momentos he creído percibir la rabia contenida por su propia situación frente a la de Simón. La rabia al hablar de los ricos, de la pérdida de los bienes materiales de su familia. “El dinero siente antipatía por los pobres. De modo que ante los empobrecidos, más que antipático es infiel, es un traidor” Gentes, familias que intentan mantener la apariencia de que todo va bien mientras se van hundiendo en la miseria sin hacer nada por remediarlo. Es el derrumbamiento de la estirpe, ya que en el capitalismo, como dice Jorge, la prosperidad es un estado transitorio. Lo que él denomina la justicia del capitalismo.
Otra de las reflexiones certeras de Jorge es que “la verdadera pasión de todo capitalista es convertirse en aristócrata”. Si miramos hacia atrás en el tiempo podemos comprobar que es cierto. Muchas familias de la nobleza comenzarían de la misma manera, con las mismas miras, con las mismas malas artes hasta hacerse con un blasón, un escudo y una historia sobredimensionada.
El dinero propició en este país el famoso pelotazo urbanístico. En el escenario de la novela aparece ese alcalde, del cualquier lugar, que se dedicó a la política para enriquecerse, que perdió en algún oscuro momento de su vida la dignidad y con el que se unen Jorge y Simón para crear empresa. Recalificaciones, apropiaciones, paraísos fiscales, empresas subsidiarias de otras empresas. Un imperio basado en la especulación.
“En suspenso viví en un estado de continua excitación, consciente de que en un plato de la balanza me esperaba la bancarrota, pero en el otro la posibilidad de convertirme en un personaje principal dentro del escenario que elegí para mi vida: el país del dinero”
Jorge reflexiona sobre ese poder al que solemos identificar con la política. Él va un poco más allá y lo denomina como la potestad de hacer lo que a uno le venga en gana, la satisfacción de comprobar cómo el deseo se convierte en realidad sin hacer ningún esfuerzo. No deja de ser una ironía, desde el punto de vista de los ricos, asegurar que a los pobres les queda la dignidad. A lo que Jorge responde que es mentira que la dignidad sólo es patrimonio de los viejos. Sobre ellos, sobre los viejos, he encontrado una de las mejores y más duras reflexiones de la novela. El hecho de que cada vez que se muere una persona mayor desaparece un enorme patrimonio: millones de recuerdos, nombres de parientes, la constancia de dramas horrendos, el motivo de risas y rencores, los humores de las casas, los restos físicos de las personas que las habitaron, en definitiva, la desaparición de su paso por la tierra. Cierto pero triste.
Así, nos vamos adentrando en la novela para saber sobre el carácter de Sharon, sobre el estado de la conciencia de Jorge, del descalabro de los negocios y el desmoronamiento físico y mental de Simón. Un retrato de esta sociedad de los últimos años dedicada única y exclusivamente al enriquecimiento privado pasando por encima de lo público y humano. Una historia a la que, desgraciadamente, estamos muy acostumbrados en mi tierra, en la que el pelotazo ha sido la clave para el mantenimiento de la mentira y del estatus político y social.
Una novela muy buena que me ha tenido enganchada durante unos cuantos días. Me alegro de haber descubierto un autor al que no conocía. Una novela merecedora del V Premio Logroño de Novela.
EL PAIS DEL DINERO- ALGAIDA
Muchas gracias, Elena, por la lectura y por la generosidad del comentario...
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