“El accidente en la A35” podría considerarse como la secuela de la novela
“La desaparición de Adéle Bedeau” ya que el autor ambienta ambas en Saint-Louis,
una localidad francesa fronteriza con Suiza. Y de nuevo tiene como protagonista
al inspector Georges Gorski.
Esta novela arranca con el accidente automovilístico de Bertrand
Barthelme, un conocido abogado de la ciudad, que provoca su muerte. En principio,
nada parece indicar que la muerte tenga nada de extraño. Un accidente como
tantos otros pero, aquí comienza lo raro es el hecho de que el fallecido viajara
por esta carretera un martes, cuando se supone que ese día lo dedicaba a cenar
con unos amigos en Saint-Louis. Esto es lo que pone al inspector Gorski en alerta ya
que esa excusa era la que venía diciendo a su ahora viuda durante muchos años.
Al mismo tiempo, Raymond, el hijo adolescente del fallecido comienza a
investigar la vida de su padre a partir de un papel que encuentra en su
despacho. Dicho papel contiene una dirección. La relación del fallecido tanto con
su hijo como con su esposa era distante y absolutamente fría.
La novela va discurriendo entre las idas y venidas de Gorski desde su comisaría
a la casa del fallecido, su relación personal con su esposa que no pasa por el
mejor momento y la investigación de Raymond. Así la historia se va creando lentamente.
Los personajes son personas normales, insignificantes que viven y sobreviven en
una ciudad como ellos. Un lugar un tanto aburrido donde nunca ocurre nada
especial aunque, como en todo lo que es aburrido, hay muchos secretos.
El inspector Gorski es un policía eficaz aunque él sabe que está estancado y no es el más apreciado de su comisaría. Las respuestas a su vida parece querer encontrarlas en los bares de Saint-Louis.
Por su parte, Raymond, este adolescente cuyas hormonas andan tan revolucionadas como su cabeza, hallará el misterio de la dirección del papel.
En esta novela, como en todas las de Macrae lo menos importante es la resolución de la investigación. Porque esta novela es detectivesca, thriller, misterio que te va llevando lentamente pero con intensidad hasta el final. No busquen sangre, ni truculencias, porque no las hay. Esta novela es el retrato de la vida de una pequeña ciudad y sus habitantes. Una novela negra psicológica con brochazos de humor, con ironía, muy al estilo de Georges Simenon. Quizás por esto me gusta tanto.
Si no han leído
ninguna novela de Graeme Macrae Burnet, este es el momento.
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