viernes, 28 de agosto de 2020

LA PLAYA Y EL TIEMPO - Ernesto Calabuig

 

Hay libros de los que no se sale igual que se entró. Otros, en cambio, parece que no dejan huella alguna en el recuerdo, ni siquiera cuando se releen.

La playa y el tiempo, de Ernesto Calabuig cumple la primera condición. Nada más empezar la lectura del primer relato, el que da título al libro, ya se sabe que no es un libro corriente.

«Escribir es un atrevimiento, como quedarse desnuda en una playa»

En este conjunto de relatos hay un fondo de autobiografía, de viajes, de gustos musicales — Cohen, la guitarra — de ciudades y paisajes — las playas de Levante, Berlín, el norte de Alemania — y la añoranza del tiempo. «Ese canalla llamado tiempo»

Ernesto se vale de su preparación filosófica para hacer reflexionar a sus personajes, o a él mismo, sobre la temporalidad de nuestros actos. Porque es el tiempo el que marca todo el sentido de los relatos, el sentido de la vida. Cómo él cambia nuestra perspectiva, cómo nos hace sentirnos indefensos.

«Somos una frágil pieza de maqueta. Somos un instantáneo y quebradizo decorado»

Se puede ver la vida desde otro plano: desde el sueño, desde la imaginación de una conversación entre desconocidos, desde el vuelo de una gaviota herida, desde lo que pudo ser y no fue, desde el paseo de una soprano en bicicleta. Desde todos esos distintos puntos de vista nos invita a pensar sin que nos demos cuenta con un lenguaje sutil, en apariencia sencillo, sin metáforas contundentes que te obligan a releer dos veces el mismo párrafo. Así, la filosofía se cuela en los relatos, incluso en forma de apariciones de Heráclito y Parménides en Cullera.

«Pero hay algo curioso, no fue como si ellos, los dos filósofos me hablaran, sino que, más bien nos entendíamos sin palabras, me entregaban de golpe una intuición una esfera fresca de sentido que depositaron en mis manos: venían a mostrarme que todo se movía sin descanso y a una velocidad que nos supera pero que al final todo coincidía en lo mismo y estaba hecho de una materia compartida»

No hay en todos los relatos una trama, es como si fuera un pequeño discurso, una reflexión.  En uno de ellos encontramos una pequeña crítica, con mucho humor, sobre la escritura de relatos.

«Piensa también en cómo han proliferado los cuentos, digamos made in China, … demasiados cuentos iguales, fabricados en cadena, cuentos clónicos, cuentos transgénicos, cuentos como medicamentos genéricos, cuentos —oferta de supermercado, cuentos marca blanca, … cuentos de españoles que han digeridos mal a Salinger, a Shepard, a Carver … la burda imitación, la falta de vida, la voz anodina e impostada. O, lo que es peor: la ausencia de voz propia.»

Esa voz propia es la que manifiesta Ernesto Calabuig en todo el libro.

«Pero, a la vez — matiza, cuando logras escribir un buen poema, una buena novela o una buena canción, entonces has conseguido poner en pie un pequeño orden, un universo propio que tiene sentido para ti y tal vez para quienes vayan a leerte o a escucharte. «Escribir, sabes, no es como estar ante un lujoso buffet donde te sientas y eliges esto o lo otro.  Más bien lo que ocurre es que partimos de tener poco o nada, y rebuscamos por los bolsillos, arañamos a ver si aún nos queda algo, una idea, una historia que contar»


Un libro que debería llegar a las manos de mucha más gente. Un libro que no estará en los estantes donde se colocan las grandes editoriales, aunque supere con creces en calidad a muchos de ellos.


La playa y el tiempo - Ernesto Calabuig

lunes, 3 de agosto de 2020

HUBO UN TIEMPO EN QUE LO FUI TODO - Carlos Manzano

 

Este nuevo libro de Carlos Manzano contiene 21 relatos. Algunos de ellos, por su extensión, podrían ser considerados microrrelatos.

Carlos Manzano es un narrador experto y sabe cómo manejar sus textos. En la mayoría te va introduciendo en la historia dando un pequeño rodeo hasta llegar el meollo de ella. Los personajes son hombres en su mayoría. Las mujeres forman parte de ese mundo secundario pero necesario para redondear la historia. Hay un nexo entre todos ellos, un viaje al interior de cada uno de los protagonistas. Hay historias que incomodan porque Carlos ahonda en la conciencia de los personajes.  Cualquiera de ellos podríamos ser uno de nosotros. Ahonda en esa parte oculta que permanece siempre en la sombra hasta que un acontecimiento hace saltar ese resorte.

“En un instante la vida entera se nos puede caer de entre las manos”

Entonces, cuando eso sucede, nos encontramos con personajes rencorosos, mediocres, miedosos o vengativos, cuyo subconsciente los traiciona en algún momento. 

El lenguaje de Carlos Manzano es siempre cuidado, sobrio. No hay florituras innecesarias que te hagan perder el hilo de la historia.

 

“Gol en Balaídos

Encontré el viejo transistor del abuelo en uno de los cajones de la librería. Aunque en aquel entonces yo todavía era muy pequeño, me acuerdo perfectamente de cómo aquel hombre, sentado en su vieja mecedora de enea, pasaba las tardes de los domingos con el aparato pegado a la oreja atento a las incidencias de la jornada de fútbol. «Ya está el abuelo enganchado a Gol en Balaídos», decía mi hermano, socarrón, subrayando la vertiente cómica que para nosotros tenía aquella situación. A mí, sin embargo, me daba algo de pena: sentía que, en el ocaso de su vida, su existencia había quedado reducida a eso, a los alaridos extravagantes de un locutor más forofo que profesional y al rito machacón y fastidios del minuto y resultado, donde se daba cuenta de los goles registrados hasta ese momento.

Después de tantos años, imaginaba que el viejo aparato no tendría pilas y ni siquiera funcionaría. Pero, para mi sorpresa, fue mover la ruleta hacia la posición marcada como on y surgir de inmediato por su pequeño altavoz el grito desaforado del locutor celebrando entusiasmado un gol del Athletic de Bilbao, el preferido de mi abuelo. Aunque lo realmente inaudito del caso fue que estamos a lunes, que eran las 13:15 del mediodía y que el autor del gol había sido Zuluaga, un jugador que se retiró en 1982 y que ni siquiera había acabado sus días en el Athletic, sino en el Recreativo de Huelva»

 

Siempre, en todos los libros de relatos, hay unos que nos llegan más que otros o que preferimos por el motivo que sea. De todos ellos, yo quiero destacar: “En un instante” “La madre de Hernández” “Fabricado a mano” “Las tetas de Gloria” “El dulce sabor de la venganza” o “La confesión”, aunque lo cierto es que todos ellos resultan sugestivos, dignos de ser leídos con la tranquilidad que merece una escritura cuidada y precisa como la de Carlos Manzano.


La fragua del trovador



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