¿Y ahora qué, Emma? Es mucho más que una pregunta. Es, como
dice Manu Espada en la contracubierta, una encrucijada. Una ruptura, el punto
de inflexión de media vida.
Y esto y mucho más es lo que Dominique Vernay nos cuenta en
esta novela que he leído con gran placer y casi devorado.
Tras la pregunta, otra, ¿eres feliz? surgida del vapor de la
plancha con la que Emma inicia su camino cada mañana, surge todo lo demás. Y a
las nueve de la mañana de un 22 de Septiembre, esas dos palabras, apenas nueve
letras le impulsan a dar un salto en el vacío que es su vida.
En la existencia de Emma hay dos personas importantes, o no:
Antonio, su marido a quien le gusta la poesía y los patios interiores. Con
quien tiene más diferencias que encuentros. Que arregla relojes y que habla por
duplicado o triplicado, dependiendo de la pregunta. Que carece de iniciativa y
de sobra de prudencia.
En el otro extremo, Enriqueta, su madre, el pájaro mielero.
Insistente, pesada. Rotunda. Y que le recuerda lo que Emma no quiere recordar.
Y un 23 de Septiembre, Emma decide iniciar su propio viaje a
su desconocida existencia. Para ello escoge un barrio, el Gaviotal, donde
encontrará personajes cuya vida es mucho más compleja de lo que puede pensar al
conocerlos.
Adela, la casera, un enorme caracol que se desplaza a la
velocidad de un gasterópodo que le alquila el piso en el que había estado su
amiga Gertrudis. Ésta, maestra jubilada que viaja de una manera un tanto
sorprendente. Rita, una joven que trabaja en un barucho con aspiraciones a
antro de película de mafiosos y en sus ratos libres se dedica a otros negocios
por internet. Boy, un mafioso de barrio que le obliga a Emma a descubrir la
parte más sórdida de la libertad ansiada.
Una novela de personajes muy bien construidos, a disgusto
con sus existencias y que inventan excusas para huir de ellas. Un cruce de
vidas que te deja sin aliento en algunos momentos de la lectura. Una novela con
ritmo, con descripciones cuidadas, metafóricas.
En definitiva, muy bien escrita. Y suscribiendo de nuevo las
palabras de Manu Espada: una novela exquisita.
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