PLENITUD
Ya he cortado un árbol
y borrado un libro. ¿Sabes qué falta, hijo mío?
Este es uno de los microrrelatos de Cambio de rasante, el
primer libro en solitario de Victor Lorenzo Cinca, que ha sido publicado por la
editorial Enkuadres.
El libro está dividido en tres partes: Ascenso, Cumbre y
Descenso. Cada una de ellas contiene 25 microrrelatos. A lo largo de todos
ellos nos encontramos diversos temas, tratados con prosa limpia, clara. Con la
concisión que necesita el microrrelato para que la historia nos llegue, nos
sorprenda, nos haga sonreír o preguntarnos cómo es posible que el autor le haya
dado la vuelta a la vida en tan pocas líneas. Una mezcla de técnica y buen
gusto.
Es inevitable escribir sobre el amor y lo que puede suceder
a continuación: el desamor.
Desayuno sin magdalena
El camarero cambia de
emisora y empiezan a sonar los primeros compases de nuestra canción. Se acerca
y pregunta, ¿cortado? No, solo, respondo antes de llevarme la mano al pecho
para tapar la cicatriz que me dejaste al marchar.
La pareja y sus consecuencias. La fantasía y los deseos.
Convivencia
Al poco de compartir
piso, dejaron de conversar como solían. Atrás quedaron aquellas largas charlas
de madrugada, en las que iban conociéndose uno al otro, y más lejos todavía los
cafés plagados de confidencias y secretos, sin relojes ni rutinas. Pasaron del
cariño qué tal te ha ido el trabajo al silencio en apenas semanas, hasta acabar
convertidos en dos extraños cohabitando bajo el mismo techo. Tanto llegaron a
desconocerse que un día se encontraron en el pasillo, se presentaron y quedaron
para cenar. Ahora, enamorados hasta la náusea, están pensando en irse a vivir
cada uno a su casa.
El tiempo. El inicio de las cosas, el inevitable génesis y
sus diferentes lecturas.
Albada
Me despierto tendida
en el suelo. Un hombre, de pie, a mi lado, me mira con incredulidad y sorpresa,
inspeccionando cada rincón de mi cuerpo. Los dos estamos desnudos. Ates de
lanzarme un guiño y una sonrisa pícara, alza las manos al cielo en señal de
agradecimiento, aunque las baja rápidamente para cubrirse una herida reciente
debajo de la axila.
La mudanza de las cosas, lo que puede suceder. Escenarios
vistos desde el punto de vista opuesto. El retorno al pasado y su modificación.
Juega con la fantasía, con la imaginación y nos lleva a
creernos lo que ha escrito.
Con la muerte y la decadencia.
Y con el sentido del humor, la ironía, con dejarte una
sonrisilla en los labios y volver a leer lo leído.
Víctor maneja las herramientas del microrrelato con
maestría. Y los resultados están a la vista.
Y acabo este buen libro de microrrelatos con éste, uno de mis
favoritos.
Miradas marinas
Me fascinaban sus
ojos, acuosos y alterables como el mar. Según les daba el sol, adquirían
matices turquesa, como de playa paradisíaca, pinceladas verdosas, parecidas a
las algas, cobaltos de alta mar y vespertinos trazos ocres. Los recuerdos
inmensos, vacilantes, como el océano, con unos puntos negros chapoteando en el
iris. No era su mirada de remolino lo que me seducía, sino la vida que
contenían sus ojos. Un día me acerqué demasiado y caí en ellos. Desde entonces,
acompañado por todos aquellos que osaron antes que yo asomarse a tal peligro,
intento mantener a flote mi cuerpo en estas aguas gélidas.
Me gustaría, sinceramente, ponerle alguna pega al libro pero
no puedo. Igual es que soy de fácil conformar y no lectora exigente, como
algunas veces me han dicho. Quizás. Y que no soy teórica como para dar
lecciones de escritura. Lo único que sé, con seguridad, es cuando un libro me
deja con ganas de volverlo a leer, con las páginas marcadas y anotaciones a los
márgenes.
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