Empecé el libro con un poco de reticencia por si era
más de lo mismo. Una repetición del estilo americano de esa parte profunda de
la más profunda América.
En efecto, es la historia de una mujer que emerge de
las profundidades de una zona rural, la menor de siete hermanos de una familia
mormona aferrada a las más estrictas leyes de su religión, un padre
fundamentalista que espera en cualquier momento el fin del mundo y acapara provisiones para sobrevivir. Tara crece en
una casa situada a los pies de una montaña. Su padre, constructor de graneros y
pajares y una chaterrería. Su madre recoge hierbas y trabaja como partera ilegal. Una
familia que renuncia a todo lo que el Gobierno
les puede aportar, entre otras cosas importantes, la educación y la sanidad. Es
tan radical su relación con todo lo referente al gobierno, convencido de que lo único que quieren es apropiarse de todo, que ni siquiera registran el
nacimiento de sus hijos. Los educan en casa y nunca van a un hospital. Aprenden
a leer con la Biblia, el Libro de Mormón y los sermones del profeta Josep Smith.
El libro de Tara Westover es su historia, su
aprendizaje vital, el descubrimiento del conocimiento. Narra su infancia,
aparentemente feliz y despreocupada, aunque con los años se da cuenta de lo que
hay detrás de ciertos comportamientos, tanto de su padre como de uno de sus
hermanos.
Tara decide que quiere estudiar e ir a la Universidad.
Esto provoca uno de los conflictos con su padre. Uno de los muchos que narra a
través de la novela. Gracias a su propio esfuerzo, a sus estudios autodidactas,
conseguirá entrar en la Universidad Bringham Young donde se dará de bruces con
un mundo desconocido, con unas costumbres que siempre se han considerado
inmorales en su entorno, en la iglesia donde acuden, a los ojos de su padre y hermanos. Al mismo tiempo, ella sorprende a sus compañeros con el
desconocimiento de lo que sucede y ha sucedido en el mundo. El Holocausto, por
ejemplo. O quién era Martin Luther King o Napoleón.
Con una beca marchará a la Universidad de Cambridge,
donde seguirá reconocida por el talento excepcional y el sentido analítico de
su visión de la historia. Todo su amor por el conocimiento no está exento de un
sentimiento de culpa por abandonar las enseñanzas familiares. Una lucha interna
que le conducirá a un período de depresión y la necesidad de regresar hasta el
hogar para comprobar una vez más que ya no pertenece a él. Y que debe escoger
entre el arraigo familiar, las ideas mormonas, el comportamiento de sus padres
que siguen aferrados a las prácticas religiosas y las ciencias homeopáticas o
la educación que ha recibido en los últimos años.
La novela tiene episodios duros, sobre todo en lo referente a la relación con uno de sus hermanos y con el padre bipolar. Resulta casi inexplicable
que en el siglo XX exista en un país como Estados Unidos una comunidad tan
cerrada como en la que ella se educó. Una historia impactante, escrita con
sencillez pero con mucha profundidad, que revela el daño que puede hacer la
falta de educación.
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