LA HUELLA DE UNA CARTA
He leído casi todo lo que ha escrito Rosario Raro. Me gustó
mucho Volver a Canfranc, publicada anteriormente por Planeta.
En esta nueva novela hay varios frentes abiertos. Por un lado,
el retrato de la sociedad española de los años sesenta. El famoso consultorio
de la Señora Francis y los tremendos efectos que causó el medicamento que se
les daba a las mujeres para evitar los vómitos y problemas del embarazo: la
talidomida,
La protagonista, Nuria, es el reflejo de esa sociedad. Una mujer con inquietudes,
pero sometida al hogar, al marido, a los futuros hijos. Consigue trabajar con
lectora y redactora de las cartas que llegan al consultorio. Es allí donde
descubre, aparte del malestar, de los problemas cotidianos de las mujeres, del
maltrato físico y psíquico, los tabúes sexuales, siempre dominados por la
iglesia, y no sólo de las mujeres puesto que también, en menor cantidad,
escribían hombres y la situación general del país. El consultorio fue un punto de referencia para muchos
hogares. Lo recuerdo perfectamente. Un desahogo en medio de tanto pecado y
tanto silencio.
A través de una de esas cartas, atando hilos junto con un
compañero de trabajo, llegamos al verdadero asunto de la novela: los hilos que
mueven el negocio del telamón.
La novela está muy bien documentada de principio a fin. Es una
mezcla de thriller, historia de nuestra reciente sociedad, en una Barcelona
perfectamente retratada, denuncia de la impunidad con que se trataban asunto de
gravedad, chantajes, negocios ocultos, y una historia de amor.
Yo soy poco romántica y esta es casi siempre la parte que menos
me gusta. No por eso dejo de reconocer el gran trabajo que Rosario Raro ha hecho
en esta novela. Una exhaustiva documentación y un retrato perfecto de nuestra
cercana sociedad española. Una lectura ágil, de una escritora experimentada que
sabe mantener la atención en todo momento.
LA HUESPED
Me costó entrar en el asunto de la novela. De hecho, la dejé
aparcada durante unos cuantos días hasta que volví a retormarla. Los temas
escatólogicos, casi gratuitos, me paralizaron.
Sin embargo, una vez que seguí con la lectura, debo decir que no
me ha disgustado.
Es la historia del traslado de la protagonista a Francia, junto
con su marido, un hombre que trabaja como modelo fotográfico. Desde el
principio la mujer, que es la narradora, se encuentra a disgusto tanto durante
el viaje como durante la estancia en casa de su suegra, donde se considera una
huésped. Casi como una intrusa, en un ambiente que no es el suyo, con un idioma
– el francés – que desconoce. Poco a poco nos vamos metiendo dentro de su
cabeza y sucumbimos a sus desórdenes físicos y psíquicos, algunos en el
escenario donde se desarrolla parte de la novela, una habitación bajo tierra,
un bunker, como ella lo denomina. Ella se siente desplazada pero tampoco hace
nada por su incorporación a su nueva vida.
Es una novela ácida, cínica. A veces despectiva con los otros
personajes que solo tienen protagonismo para afearle su vida. Están las
emociones muy bien explicadas. Frases cortas. Cargadas de desprecio hacia lo
que no le gusta. Una novela dura que, aunque me ha costado leer, creo que ha
valido la pena.
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