Alambre. Hilo
de cualquier metal, obtenido por trefilado. Este hilo tiene memoria
propia ya que una vez doblado tenderá a su posición combada.
Esta es la base argumental de la novela La memoria del alambre de Bárbara Blasco, editada por Che
books, la segunda de esta autora.
Metáfora de la vida a partir de la
adolescencia. El final de la inocencia. El momento en el que ese alambre comienza
a torcerse sin posibilidad de recuperación. Una época que coincide con la final
también de un tipo de música, aquella tan melódica, y dio paso a la famosa
movida, a la ruta del bakalao en Valencia.
La protagonista de la novela es una
cantante de orquesta, del tipo que vemos en las fiestas de los pueblos, que
reniega de las canciones comerciales que cantan. Una situación que no siempre
le resulta grata.
La novela es la recuperación de la
memoria, vista desde el pasado hasta el presente. La primera consideración que
se hace la protagonista es lo distinto que se ve el siglo XX desde el XXI,
cuando las ciudades eran más amables, menos caóticas y la gente más amable.
La reconstrucción de su memoria la
hace a través de la música, la que escuchaba cuando era una adolescente, cuando
su vida estaba unida a Carla, su amiga. Una relación fuerte, de amor, de
devoción, de absoluta complicidad. Dos adolescentes atrevidas, libres, felices
o en busca de la felicidad por derecho. Dos adolescentes en busca del sexo sin complejos.
Ambas viviendo en un entorno familiar donde nada es lo que parece.
La memoria, la necesidad de saber la
verdad de lo que le ocurrió a Carla aparece o reaparece en el momento en que la
madre de Carla le escribe para saber qué sucedió en realidad.
El presente se va combinando con el
pasado, con la recuperación de los recuerdos de los años adolescentes. Con la música
que escuchaban, con los chicos a los que conocieron y con los que tuvieron relaciones.
Con otras relaciones menos gratas que hoy día podríamos, con seguridad,
considerar como abusos. Las preguntas que le interesan a la madre de Carla son
las mismas que se hace la protagonista. ¿Realmente conocía a su amiga? ¿Sabe
qué es lo que ocurrió? ¿Fue un accidente o no?
Ella es consciente que la memoria se
nutre de los propios recuerdos, de otros que construimos, y de las zonas
oscuras que todos tenemos. A ella le queda el poso de la incredulidad, de la
falta de fe.
“La
generación inmediatamente anterior a la nuestra canjeó el amor a Dios allá en
lo alto por el amor a la humanidad. Y la posterior, como una consecuencia inevitable,
dio un pasito más y confundió el individuo con la humanidad, y el ego con Dios.
Nuestra generación quedó atrapada en algún punto intermedio: nunca dejamos de establecer
un diálogo con Dios, aunque fuera para negarlo, porque nunca logramos
identificar exactamente qué parte de la humanidad éramos nosotros”
La memoria del alambre es una
novela corta intensa, con un poso triste, con muchas preguntas sin respuesta,
con el aprendizaje de la protagonista para vivir con la incertidumbre, con el
pasado sin resolver.
Una novela muy interesante de leer. Muy
recomendable, en la que Bárbara Blasco , que ya quedó finalista del Premio Lengua de Trapo con la novela Suerte, es una escritora muy buena. A mí la novela me ha encantado.
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