GATA NEGRA
Este libro de microrrelatos es el
primero que publica Juan Naranjo García. Contiene 59 miniaturas, un prólogo de
Rosana Alonso y un epílogo de Manu Espada.
Está dividido en tres partes:
Mirada de búho, Sigilo de serpiente y Zarpazo de oso.
La utilización del sentido del
humor es muy necesario para mostrar la realidad, igual que el absurdo, sobre
todo cuando se quiere mostrar la realidad del mundo. Los personajes pueden ser disparatados,
raros, sorprendentes o trastornados, pero siempre certeros. Una forma de crítica
social. Un lenguaje sobrio, ajustado al texto que nos seduce casi siempre.
Fumata blanca
Solamente quedan dos
supervivientes en el oratorio. Sobre una pasarela colgante, deben enfrentarse
en un duelo final. Varios metros más abajo una enorme balsa de aceite hirviendo
espera al perdedor. Tras injuriarse en latín, el entrechocar de sus báculos
retumba en las concavidades de la bóveda, dando inicio a una coreografía de casullas
y estolas que prosigue toda la tarde. Esta termina cuando, por voluntad divina,
la mitra de uno de los contendientes se escurre de su cabeza
desestabilizándole. Su oponente aprovecha y con un golpe certero le precipita al
vacío. De entre los alaridos provocados por el ardor de desfigura su piel,
surge una humareda lechosa de olor nauseabundo que asciende hasta la chimenea. Fuera,
una multitud aplaude.
Para ser el primer libro de
microrrelatos de Juan Naranjo me ha gustado mucho. Espero que siga con esta manía de escribir y
nos sorprenda con un nuevo trabajo.
TROPECIENTAS TROMPAS
Sergi Cambrils no es un recién
llegado al mundo del microrrelato, aunque este es su primera publicación. Gracias
a su escritura ha conseguido premios y han sido publicados en webs especializadas
en este mundo.
Este libro contiene más de cien
muestras de cómo escribe. Y una muestra de que no hay ningún tema que se le
resista. Cuando utiliza el humor puede resultar de una acidez dulce, como un
bombón relleno. Hay asuntos cotidianos, animales, personajes del vecindario. En
fin, un surtido de la naturaleza.
Sandías
Puedo filosofar en grandes
jardines, pero si la muerte ha de hallarme que sea en mi pequeño huero
sembrando sandías. Me veo dentro de ellas, encogido, en posición fetal,
esperando el milagro de la vida. Existe una conexión especial. Es así. Cuando
llega el tiempo las recojo, doy unos golpecitos en su costra y, por el sonido,
sé si estoy óptimo. Últimamente no lo estoy. Malas cosechas. Pero sigo
sembrando. Mi voluntad de jardinero hace que siga enfangado en el estiércol y
la hez, pues de lo más bajo y degradado quizás vuelva a brotar lo bueno, útil y
bello.
Una aventura su lectura. Si quieren pasar unos buenos ratos de lectura, en pequeñas píldoras, este libro es indicado para ello.
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