He leído Paralelo 36 de Raquel
Vázquez con la tranquilidad y el espacio de tiempo entre unos cuentos y otros. Como
creo que debe leerse un libro de relatos.
Todavía me queda la emoción del
último de ellos, quizás, no estoy segura, porque es un relato de corredores de
atletismo, una práctica que Raquel conoce a la perfección y que a mí me
apasiona, tanto como la música. En este aspecto, compartimos aficiones.
Los dieciséis relatos del libros
nos trasladan por encima y por debajo del paralelo 36, a la altura de esas líneas
imaginarias. Podemos estar en España, en Japón, o en África. En todos los
lugares hay vidas que corren paralelas entre ellas. Historias de vidas truncadas
por otras vidas que se cruzan.
La música está presente en todos
ellos, bien de forma clara, a través del vocabulario musical o bien, con la dificultad
que entraña, a través de la palabra, de la poesía que Raquel utiliza en todas
sus historias. Porque a Raquel se le nota que lleva la poesía en la mente y la
traslada al papel y te sorprenden los giros, las metáforas, el colorido de su
escritura, la riqueza de sus expresiones.
No añado nada más porque esto no
es una reseña. Es la constatación de una lectura impresionante de un libro
impecable. De una escritora de veintinueve años con un trayectoria asombrosa. Espero que su futuro sea destacable también.
Leánla, no se van a arrepentir. La apuesta de Talentura Libros ha valido la pena.
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