Uno de los muchos consejos que
solía decir mi madre, uno que intento no olvidar era: «ponte en el lugar ajeno».
Este consejo, creo que necesario
cuando te dedicas a la escritura, me vino a la memoria al leer los relatos de “Frances
Farmer no murió en Seattle”, cuarto libro de Ovidio Parades, por la empatía y
delicadeza con que narra la condición femenina, la homosexualidad o la vida en
general.
Los veinticuatro relatos de este libro, protagonizados por mujeres distintas, de diferente condición y existencia son el reflejo de lo antedicho. Cada relato lleva un nombre de mujer y aunque son independientes entre ellos, estas mujeres están conectadas entre sí a través de profundos lazos de amistad, afecto o familiaridad. Un hermoso homenaje a las mujeres desde el laberinto que supone la vida cotidiana. Y desde este punto de partida, Ovidio escribe unos relatos llenos de contrastes en los cuales descubrimos el amor, la inquietud, la soledad, la desdicha, el miedo, la vida o la muerte. Y en todos ellos cuando se acaba de leer se vislumbra la esperanza.
Las referencias a la literatura,
al cine, en concreto a las grandes actrices a quienes tanto admira, y a la
música aparecen en muchos de los relatos. El último dedicado a Frances Farmer, como
ejemplo de libertad, la condena de vivir en un tiempo equivocado.
Como los libros anteriores, Ovidio Paredes demuestra que es un escritor sutil para adentrarse en las complejas emociones y las contradicciones del ser humano.
Una delicia de lectura.
FRANCES FARMER NO MURIÓ EN SEATTLE - OVIDIO PARADES

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