El humor, en general, en literatura
está considerado por muchos como un género menor. La literatura ha de ser seria,
razonada y razonable. Y hay gente que ni se acerca a ella por si su currículo
lector se ve manchado.
Acabo de terminar Las medias
perdidas de Lorenza Mestretta, una novela corta escrita por Julia Otxoa y
publicada por Eolas ediciones.
Esta novela de tan solo 48 páginas
es el ejemplo claro de que la ironía, el sarcasmo y la mordacidad sirven para
narrar la realidad cotidiana de la política y sus representantes.
Estas armas junto con la maestría
de una escritora como Julia sirve como denuncia del ritmo actual de ministerios,
parlamentos, comisiones de investigación e inutilidades diversas que más que
facilitar la vida de los ciudadanos —la nuestra— nos la complican a diario.
La pérdida de un par de medias debido
a un viento huracanado que azota la ciudad de Constanza es la excusa perfecta
para todo ello.
—¡Muy bonito! —dijo levantando la
voz una señora al fondo del grupo—. Nos despacha con bonitas palabras. Claro,
como somos pobres…
Esta aseveración da pie al ministro
de Asuntos Sociales para la repetición de un Congreso Internacional sobre la
Pobreza para debatir qué vocablos de los muchos que aparecen en el diccionario
de María Moliner se ajusta exactamente al término «pobreza». El problema es que
la gente no entiende por qué los fondos destinados a este estudio no son
repartidos entre los pobres.
El vuelo de las medias repercute
en el ánimo de los habitantes de Constanza que se lanzan a las calles a
manifestarse. En el Parlamento se cruzan las habituales pullas entre los
partidos políticos —dos, exactamente. La oposición acusa al gobierno de que la
tala incontrolada de los bosques ha sido la causante de estos vientos
huracanados y de la desertización de la ciudad. El gobierno les acusa, a su
vez, de tergiversar los hechos, ¿acaso no es más ecológico la reducción de
detergentes nocivos utilizados en limpieza casera e industrial y su sustitución
por arena que todo lo limpia y pule, incluso los rostros de los ciudadanos?
Y, como es habitual en las
intervenciones parlamentarias y las comisiones de las comisiones, hay que
buscar culpables. Por supuesto, ajenos al gobierno y a la oposición.
Julia Otxoa en estas escasas
páginas (que tampoco hacen falta más) hace un retrato mordaz de la escena
habitual de nuestra política.
Como yo no temo manchar nada y
creo que el humor sirve para denunciar la realidad, animo a leer Las medias
perdidas de Lorenza Mesttreta.