España. Madrid. Año 2070. Un país completamente desconocido. Un país donde,
tras la crisis del Covid19, desaparecieron los partidos políticos para dar paso
a partidos filosóficos y científicos, obligando a la modernización de las
instituciones. Hubo una Guerra de Independencia en Cataluña, que fue sofocada,
una Guerra del Vaticano o la Crisis de la Ruta de la Seda.
España se ha convertido en un referente para la ciencia y la tecnología y
junto a los países del sur han conformado una nueva unión económica y social
basada en el agnosticismo, el imperio de la ley y la ciencia como única
religión. Francia e Italia se dedican a la agricultura y el turismo. Alemania,
que ahora se llama Germania o los Países Bajos y los bálticos son teocracias
gobernadas por calvinistas radicales, inspiradas en el puritanismo del siglo
XVI.
Lo
que no ha cambiado es el problema de la inmigración irregular y su menosprecio
en los países donde se produce. España es uno de ellos. Aquí llegan los
terroristas religiosos infiltrados, denominados Caballos de Troya.
Ha desaparecido el mundo árabe y, con ello, su
religión. Estudiar y leer a Shakespeare se ha convertido en un acto de
disidencia. No existen los libros en papel, solo se pueden conseguir en el
mercado negro, con el peligro que eso conlleva.
En este mundo nuevo es donde se mueve Hipatia, la protagonista de la novela, una joven científica quien, como la alejandrina, debe luchar por la consideración en un mundo de hombres y luchar por un puesto de trabajo en una empresa de desarrollos algorítmicos - el Centro Tecnológico de Plaza Castilla. A pesar de los avances, España que no ha perdido los tintes de patriarcado empresarial.
Hipatia
en el año 2072 está al mando del proyecto denominado Deus ex machina, «cuyo
objetivo es dar con la fórmula matemática que permita a los superordenadores
cuánticos enviar y recibir mensajes entre dos o más puntos situados en
cualquier coordenada en un tiempo cero.»
Los mensajes se reciben en las estaciones de los planetas del sistema solar habitados ya por seres humanos. Cuatro en total. Excepto si contamos con una quinta señal que es la que pone a Hipatia y a su compañero Nabokov ante el dilema de la novela: desentrañar quién o de dónde parte la respuesta a sus mensajes que chocan con sus creencias y su cerebro científico.
El
título hace referencia a la analogía que presentó el matemático y filósofo
Bertrand Russell acerca de la existencia de Dios en un mundo dominado por la
ciencia. Mediante esa analogía, Russell propone la existencia de una tetera de
porcelana que gira alrededor de Sol en una órbita elíptica y la imposibilidad
de su refutación, a menos que esa posibilidad la encontráramos en los libros
antiguos, o si se enseñara cada domingo como verdad sagrada. ¿a quién
correspondería, pues, refutar esta afirmación?
La novela
tiene tintes de ciencia ficción, de thriller científico y mucha ironía. Es
imposible no sonreír al imaginar un país, el nuestro, tan diferente, tan
preocupado y centrado en la ciencia, viviendo bajo un régimen totalitario que
persigue a los ciudadanos por trabajar fuera del horario marcado, por tener
relaciones con inmigrantes que no hayan pasado el control pertinente o por leer
libros en papel. Imaginar Madrid o cualquier otra de las ciudades convertidas
en parques temáticos para el turismo. ¿Nos gustaría más esta
posibilidad, ese futuro, o seguiríamos prefiriendo el presente?
La tetera
de Russell es una novela muy amena, adictiva, exenta de moralismo, que combina
muy bien la descripción de los pasajes científicos con el resto de la vida
cotidiana de Hipatia, la intriga de los mensajes, su relación con el inmigrante
germano Adolf y el desenlace inesperado. Una lectura muy recomendable.
La edición
de Reino de Cordelia es, como siempre, de gran calidad.
La tetera de Russell- Pablo Sebastiá Tirado
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