Por mi
gran culpa es la tercera novela publicada de Raúl Ariza, ganadora del XXIV premio de Novela negra Ciudad de Getafe. Un premio consolidado como uno de los de mayor prestigios de este país.
Adán y Lydia, una perfecta
pareja, habitan en el paraíso, en una casa perfecta con una aparente existencia
no menos perfecta. Una vida inmaculada de besos, risas, pasta los sábados y música hasta que una llamada telefónica rompe
por completo esa armonía, esa felicidad paradisiaca.
Adán debe asumir en cuestión de minutos la realidad como
una bofetada, aceptar que la persona con la que convive no es la que dice ser. Lydia
reconoce que en realidad se llama Eva, abandona a Adán y comienza una huida en
un intento de enmendar los errores cometidos en el pasado.
En esta huida va a estar
acompañada por el narrador de esta historia y de otras tantas que se van
intercalando en saltos hacia el pasado y vuelta al presente. De esta manera vamos
a ir conociendo el origen del error que persigue a Eva.
El narrador es el trasunto de
Dios, un taxista que aparece en la vida de Eva de manera accidental (o eso cree
ella). Por otro lado, un tipo llamado Tarasca, más bien un trasunto del demonio
se presenta en casa de Adán para saber dónde se ha marchado Eva.
A través de estos saltos
temporales sabremos quién es esta Eva /Lydia, desde su infancia, sus relaciones
familiares, sus negocios, su manera intrépida de enfrentarse a la vida y su
extraña dependencia con Tarasca. Todo ello mezclado con los recuerdos que este
Dios, un tanto pusilánime y torpe en su afán por defender a las mujeres, aunque
siempre llegue tarde, va narrando de sus propios tropiezos y fracasos con el demonio.
La novela se constituye como un
enfrentamiento entre el bien y el mal. El bien siempre cohibido, atado por principios morales y éticos, y el mal con el libre albedrío, sin importar el resultado final.
Hay un trasfondo importante que se refiere a la violencia de género, un tema
recurrente en las novelas de Raúl Ariza. Las mujeres, las grandes perdedoras.
La novela es seductora, como es
siempre la prosa de Ariza, cuidada, precisa, alejada de los lugares comunes que
tanto pueblan las novelas negras. Diría yo que incluso poética cuando la
situación lo requiere. Original por el tema. Aquí no hay detectives, ni
policías emparejados, ni sangre a borbotones. Aquí hay literatura.
El título, tratándose de este
Dios tan atormentado, nos lleva irremediablemente al acto de contrición que nos
han enseñado desde niños: Por mi culpa, por mi gran culpa.
Tal como afirma Fernando Marías,
uno de los miembros del jurado, y no voy a ser yo quien lo desmienta.
Por mi gran culpa “arranca con gran poderío, es toda una
invitación a seguir leyendo que no deja opción a la mirada lectora. Gran riesgo
en la propuesta, mayor riesgo aún en la voz narradora”. “Reúne lo que busco
como lector de novela negra: el vértigo de lo novedoso, la atracción por una
narración sorprendente que discurra por delante de mí”.
Yo,
sinceramente, la leería. No se van a arrepentir.