HISTORIAS DEL METRO contiene diez relatos. Como su nombre indica, todos ellos tienen lugar en el metro, el de la ciudad de México.
Diez historias que suceden con el vaivén de los convoyes, el traqueteo entre las vías y las estaciones. Historias de gente que sube y que baja, de personas que se encuentran, que venden cosas de lo más variado que se pueda uno imaginar.
Como dice José Luis en el relato La pareja: "sin duda el metro es lugar donde la coincidencia se pasea con sus vaivenes" donde dos desconocidos juegan a la seducción. Aunque después nos sorprenda con el final de la historia.
Me ha encantado el relato Bajar de peso. Uno, al leer el título se imagina al personaje gordo, obeso, sudoroso. Hasta que descubres de qué va el relato. El peso se refiere a la moneda mexicana. Un relato divertido y ágil.
Dejo aquí un ejemplo.
El faquir
La niña vestida de fiesta pelea con la abuela el asiento junto al abuelo, y gana. Ya sentados, se levanta como impulsada por un resorte y exige el asiento solitario de la abue, al otro lado del pasillo. Nuevamente se lleva el triunfo.
Un tipo apestoso a sudor de parque entra justo cuando la niña se sienta en su nuevo lugar y suena la chicharra que anuncia el cerrar de las puertas de los vagones, y su voz masculina emerge potente para pedir algunas monedas honestas que le ayudarán a subsistir sin valerse del hurto, al tiempo que extiende sobre el suelo una tela gruesa con fragmentos de vidrios, con gran pompa y, sin dejar de mirar a un punto que sólo existe en el infinito de su imaginación, se saca la camiseta, se recuesta en los vidrios, hablando sin cesar gira, se da volteretas sobre los picos lacerantes, no demuestra dolor, sólo la mirada perdida, mientras la niña viaja con la boca abierta, los ojos sin apartarlos del señor; algunos pasajeros procuran no mirar el acto, o con los párpados cerrados escuchan indiferentes: uno, dos tres, sigue la cuenta, la niña es una mueca de incredulidad y su mano se afianza del tubo al lado, busca las caras de los abuelos: no están, van ausentes frente al suceso, quisiera al abuelo a su lado, mala decisión; la voz taladra sus oídos, no entiende bien que un loco grite incoherencias, pida monedas, se revuelque en vidrios, e imagina los pinchazos en la piel ajena, se le endurecen los músculos de la cara, y oprime el tubo con una fuerza que desconocía hasta este momento, instante en que la mirada se le pierde en un punto que sólo existe en el infinito de su imaginación.
No voy a extenderme en explicar cada relato porque vale la pena que cada uno los lea y los disfrute.
Me ha encantado leer el rico español de José Luis, con los giros propios de su país, las expresiones y descripciones de dentro y fuera del metro. Cuento, además, con la ventaja de conocer a José Luis en persona, de conocer también su tono de voz. De esa manera, los he leído como si lo escuchar a él leérmelos.
Diez relatos que se leen casi de un tirón. Muy bien escritos y que merece que sean leídos.
HISTORIAS DEL METRO - José Luis Sandin.
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