Después de terminar la lectura de
“Viajero de salón” de Miguel Sanfeliu, publicado por Sílex, me pregunto en qué
estantería guardarlo. ¿Ensayo? ¿Novela? ¿Biografías? Cabria en cualquier de las
tres. Y dos de ellas: ensayo y novela, están justo frente a mí mientras escribo.
También podría incluirlo en el apartado de Enseñanza de la literatura si
tuviera un apartado especial para ello.
Miguel Sanfeliu escribe, como yo
estoy haciendo en este momento, desde su lugar en el mundo, entre sus múltiples
libros repartidos por su despacho, una silla, el suelo, estanterías en el techo
o su propio dormitorio. Conozco personalmente a Miguel desde hace unos cuantos
años. No puedo ser objetiva con respecto a él porque le tengo un aprecio
especial. Miguel es honesto, generoso, discreto y culto. Y como ha demostrado
en todas sus publicaciones: un excelente escritor.
Este libro, “Viajero de salón” es
un canto de amor a la literatura, a la lectura, a los libros y a la cultura. Nos
habla de su caótica biblioteca y a través de ella de su experiencia y su aprendizaje,
del descubrimiento del placer de enfrentarse a autores desconocidos, a lecturas
incómodas y, sin embargo, necesarias para la formación del lector.
En referencia a la finalidad de
este libro, dice: En todo caso sería más un viaje a mi mente, o más concretamente,
a la parte de mi mente que ha sido influida por la ficción.
O
Este libro es un intento de
verbalizar el sentido oculto del orden de mi biblioteca. ¿Cuáles son las
conexiones entre unos y otros libros? ¿Por qué están juntos autores dispares y
luego, sin embargo, libros del mismo autor se hallan separados? ¿Qué determina
que unos estén en primera fila y otros casi ocultos?
En las páginas del libro nos invita
a dialogar con los escritores y los personajes de los cuentos y las novelas que
vagan por su habitación. Nos invita a indagar en sus vidas, en su relación con
la escritura de sus obras, y entraremos en su existencia como haría cualquier
detective. A través de todo ello, observa el mundo que nos rodea a todos,
recuerda tiempos anteriores, el paso del tiempo, los cambios que se han producido
y los que se avecinan.
Su relación con el cine y la
música es tan importante como con la literatura. Debo agradecerle estas incursiones
para una neófita como yo en cuestiones cinematográficas. Reflexiona sobre su relación
con la escritura, de cómo se rodea de libros cuando está escribiendo, como una compañía
necesaria, como una influencia beneficiosa a la hora de juntar letras.
Reconoce, no sé si llamarlo compulsión,
su facilidad para comprar libros aunque sepa que no los va a leer pero que le
hacen compañía, en librerías de viejo, en mercadillos de segunda mano, en el
rastro de Valencia.
Dice: No soy un fetichista de
los libros. No busco una edición determinada ni un ejemplar en peligro de
extinción… las librerías de viejo son cuevas del tesoro…
La literatura es un refugio. Y
esta biblioteca, como Miguel señala casi al final del libro es su espacio de
trabajo, su lugar en el mundo porque su mapa vital empieza y termina ahí: entre
este orden caótico que no tiene sentido sin él.
He disfrutado mucho con la
lectura, con la pasión que impregna todas las páginas, con las historias de los
escritores, escritoras, cuentistas, ensayistas; con su gran conocimiento de la
literatura. Un viaje satisfactorio desde su salón al mío.
Léanlo. Lo van a disfrutar.
VIAJERO DE SALON Miguel Sanfeliu